La fe es la fuerza vital y sostenible de nuestra creencia cristiana que Dios nos ha otorgado desde la creación. El primer hombre y la primera mujer nacieron libres y con libre albedrío. La libertad, entonces, es uno de esos dones divinos que deben preservarse para ser libres para prosperar. Debido a que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10a), el líder cristiano del siglo XXI debe estar preparado para enfrentar los mayores desafíos de nuestro tiempo tales como el hambre, la pobreza, la división racial, las disparidades económicas, y la marginación social entre otros.
Cuando una persona tiene un trabajo y recibe una compensación por ello, él o ella tiene la responsabilidad moral de contribuir para el florecimiento de la comunidad en la que vive. El resultado final es amar a nuestro prójimo de la misma manera que amamos a nuestro Dios, y eso, a su vez, crea una sociedad próspera y floreciente.
Una iglesia que busca proveer oportunidades financieras para el bienestar de sus miembros es una iglesia que funciona como un agente económico. Una vez que la iglesia y sus líderes comprendan los conceptos básicos del espíritu empresarial, esta creará un ambiente agradable para el mayor intercambio que podamos imaginar, que son los recursos que Dios nos ha dado para ser administradores y colaboradores en su proyecto de restauración.
Nuestras tres inspiradoras y minuciosas jornadas revelarán las características que Dios está cultivando en y a través de nosotros a medida que nos convertimos en las personas que Él creó para que seamos. ¡Te invitamos a que seas parte de nuestras tres jornadas de fe, trabajo, y economía! ¡Inscríbete ya!